Dirigida por Stanley Kubrik.
Hay un tipo de cine que se divide en dos tipos de espectadores: los que entienden y los que no entienden, así de simple y sencillo. Algunos directores se esfuerzan demasiado por intentar crear algo que el tiempo catalogue como una obra de arte, pero mientras ese esfuerzo sea más notorio y obvio, menos recordada será la película. En cambio, otros directores simplemente explayan lo que sienten, piensan y gustan de hacer, sin hacerle caso a lo que digan productores, público o taquilla, siempre habrá un buen grupo que consumirá ese tipo de cine, y mejor aún, serán denominados obras de culto (muchas de aquellas cintas). Pues bien, esta película tiene la particularidad de haber sido dirigida mucho antes de que el hombre llegue a la Luna y de que se tenga siquiera una noción audiovisual de como es aquel satélite.
Kubrik quemó para bien y nos regaló una obra de arte que hasta hoy sigue siendo una de las principales influencias para el cine de ciencia ficción.
El primate a punto de lanzar el hueso. |
Pone a prueba nuestros sentidos con aquellos casi 15 minutos iniciales, en donde se ve a un grupo de primates (con claras semejanzas a los que pudieron ser los primeros hombres), en donde se aprecia su día a día y su forma de coexistir como grupo, intentando ligar con la armonía y ayudarse mutuamente. Las escenas pueden ser extenuantes para muchos, pero refleja la manera en como Kubrik imaginaba el comportamiento de aquellos antepasados del hombre. La tranquilidad y rutina de los primates se rompe cuando descubren un extraño monolito en medio de la sabana seca en donde vivían. Aquel monolito les resulta extraño e inusual, lo cual altera en demasía el orden y paz que existía en el grupo. Al parecer este monolito cambia en algo la conducta de algunos primates, despertando en ellos la racionalidad que quizá no exploraban aún.
El cambio de tiempo llega con una gran secuencia de un primate lanzando un hueso al aire, que se complementa con una transición, en donde se ve al espacio exterior y una nave satelital orbitando la Tierra, acompañado del "Danubio Azul".
Época en la cual no se conocía nada del espacio exterior. |
Las imágenes se suceden como piezas de baile, las cuales son perfectamente sincronizadas con el tiempo de la pista musical, que acompaña de manera genial a las escenas. Kubrik ya nos sitúa en el futuro (2001), en donde el hombre explora el espacio exterior libremente, intentando descubrir y experimentar nuevas formas de vida.
Ya lo que viene a continuación es la misión espacial que lleva consigo la tripulación del Discovery 1, quienes están viajando a Júpiter, acompañados de un extraño compañero informático llamado HAL 9000.
Ya lo que viene a continuación es la misión espacial que lleva consigo la tripulación del Discovery 1, quienes están viajando a Júpiter, acompañados de un extraño compañero informático llamado HAL 9000.
Kubrik se adelanta a su época. Nos muestra al espacio exterior de la forma como lo hemos visto en la actualidad, así como ciertas tecnologías que en ese entonces no se conocían, y que hoy son visibles en cualquier tipo de película de ciencia ficción (la comunicación vía PC (chat virtual), los ordenadores parlantes, etc).
La película muestra muchas visiones de Kubrik con respecto a lo que creía él sucedería en un futuro lejano. El final, pese a que digan que es algo quemado o pastrulo, me parece toda una metáfora de la forma como el ser humano puede llegar a cambiar debido a sus propios inventos.
"2001" podrá ser una película que no la soporte mucha gente, pero aquellos que llegaron hasta la claqueta de créditos, se deben haber grabado en su mente aquella escena psicodélica y la sensación de haber presenciado un mensaje futurista de uno de los mejores directores de la historia del cine.
Puntaje: 8 puntos.
No hay comentarios :
Publicar un comentario