Dirigida por Jacques Audiard.
Con dos brillantes actuaciones, el último film del cineasta francesa nos muestra dos vidas distintas que se unen por las desgracias personales e infortunios que el destino les pone en el camino. Llamada por estos lares "De óxido y hueso" (sin estreno programado en nuestro país, para variar), nos muestra un romance que nace de la tragedia, o por llamarlo de alguna manera.
Ali y su pequeño hijo Sam tendrán que lidiar con todo. |
Alí es un hombre que deberá encargarse de su hijo, a quien no conoce ni sabe cómo es. Tendrá que arreglárselas como pueda (buscando chambas diversas), contando con la ayuda de su hermana, quien les dará cobijo. Su vida pasa por el azar ya que sus trabajos temporales no lo ayudarán lo suficiente como para creerse estable, es así como el boxeo y las peleas callejeras serán su sustento, pese a que podría desgraciarse aún más en alguna de estas luchas (el tipo sabe pelear y tiene con qué defenderse).
Por el otro lado se encuentra Stephanie, una chica que lo tiene todo bien diseñado: belleza, un trabajo apasionante (es domadora de orcas en un acuario) y un estado económico adecuado para subsistir. Un polo opuesto a la vida de Alí.
Stephanie y los sueños truncos |
Esto cambia cuando sufre un accidente en el acuario, perdiendo las piernas y cambiando su vida para siempre. Es ahí que los caminos de ambos personajes se cruzan y el drama que no quiere imponer Audiard triunfa por sobre todo.
Ayuda mucho la forma como nos antepone la realidad el director, con dos vidas que no parecen sacadas de una superficialidad o de una exageración, sino de la vida misma, que tiene este tipo de variantes: puedes estar un día en la cima y al día siguiente en el averno más profundo.
Un romance ambientado en una realidad europea que se comprende bien. El simbolismo también aparece en cierta parte de la cinta, siendo el mensaje principal de toda la historia cuando el final se acerca. Creo que el ser humano crece más como humano, valga la redundancia, cuando se enfrenta a obstáculos serios y no huye de ellos. Es quizá la única forma de saber y aprender qué es lo que somos en realidad como personas. Una buena lección da esta película, que ha sido muy elogiada por la gran (y difícil) actuación de Marion Cotillard.
Puntaje: 8.5 puntos
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