Dirigida por Jaime Rosales.
Hay películas que son netamente experimentales. Hay otras que intentan ser creativas, intentando revolucionar el lenguaje cinematográfico (gran exponente de ello es Lars Von Trier). Me topé con esta cinta española, la cual vi sin saber exactamente como sería narrada, ya que su trailer era muy extraño. La sinopsis me hablaba sobre un hombre tranquilo y común, que vivía su día a día sin ningún aspaviento, hasta que asesina a dos personas. Nada más. Pues bien, lo que se ve en la película va mucho más de ello, ya que el director Jaime Rosales muestra de manera muy voyeur, una trama que pareciera grabada en formato real, es decir, que la cámara se esconde en las calles para seguir a los protagonistas de su historia.
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| La cámara los sigue a lo lejos |
Luego de leer ciertos artículo sobre la película, me enteré que los hechos que se ven ocurrieron en la vida real y son perpetrados por el ETA, quien asesinó a dos policías civiles. El director intenta mostrarnos aquel panorama, con un sujeto que no tiene para nada la pinta de un terrorista o asesino, siguiéndolo durante varios días en su quehacer diario hasta mostrarnos el momento en que perpetra los asesinatos junto a otro hombre. Los diálogos no existen, ya que solo se escucha el sonido ambiental. La cámara luce oculta, como si estuviese siguiendo a los protagonistas sin que ellos se den cuenta que los graban. Ese tipo de filmación hace que el espectador piense que está delante de una cinta que plasma una realidad y no una ficción. Genera consciencia en cierto modo y nos pone en frente de un modo operandi de una de las organizaciones terroristas que mayor daño han hecho en Europa.
Si te gusta ver cintas que exploran otro tipo de lenguajes de cine, te invito a la que veas. Eso sí, mucha cabeza y paciencia para aguantar la hora y 20 que dura la película, sin diálogos ni un estilo visual vistoso.
Puntaje: 5.5. puntos
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